La excitación de subirme por primera vez al Roller coaster hizo que mi corazón latiera rapidísimo y que me temblaran las piernas. Cerré los ojos, respiré profundo y me entregué a la dulce agonía de la ilusión de abismos.
Un seductor zumbido estimuló mis sentidos. Mil subidas y bajadas me dejaron sin orientación. La velocidad aceleró mi pulso, casi explotó mi corazón. El vértigo recorrió toda mi piel.
El más intenso clímax me dejó sin aliento.
…
No es de extrañarse que hoy en día, las montañas rusas y los juguetes sexuales, compartan el mismo nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario